En 2015, el joven rorcual entró en el puerto de Gante en el bulbo de una embarcación de Brasil. El joven animal de unos 12 metros de longitud murió en el mar y fue recogido por los bomberos. El esqueleto del animal fue entregado a la universidad de Gante donde fue nombrado “Leo”.

Hoy se puede admirar a Leo en la Catedral de San Bavón. No es una casualidad que esté en este lugar. Esta ballena hace referencia a una historia del antiguo testamento y en la edad medieval se consideraban ballenas varadas una mala señal para el futuro. Así, Leo conecta la fe con la religión.