©Stad Gent - Dienst Toerisme
A pesar de su nombre y de su sombrío aspecto, el diablo nunca habitó en esta fortaleza del s. XIII.
A través de los siglos, este edificio fue utilizado para diversas finalidades: vivienda noble, arsenal, monasterio, escuela y seminario diocesano. En 1623, se convirtió en asilo de enfermos mentales y en orfanato masculino. Otra parte del edificio se empleó como cárcel o correccional.
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