Redactado el día 21/02/2024 por
¿Cómo puede un simple mortal llegar a percibir a Dios? En la época de Van Eyck, los teólogos ya llevaban siglos intentando responder a esta pregunta. El pintor mismo intentó darle respuesta a través de sus obras de arte. Jan Van Eyck tenía una forma única de ver el mundo, que plasmaba en sus pinturas al óleo. Pero antes de adentrarme en el tema, quiero dejar una cosa clara: los ganteses de la época nunca vieron el retablo del Cordero Místico tal como lo podemos ver hoy.

En primer lugar, en aquella época el retablo del Cordero Místico se encontraba en la capilla Vijdkapel. Era la capilla privada de los donantes, Joos Vijd y Elisabeth Borluut, por lo que la obra se exponía principalmente para la pareja y su familia. No sabemos con certeza si los habitantes de Gante podían ir a ver la obra, pero sí tenemos pruebas de donaciones realizadas en los libros contables del consejo eclesiástico. Digamos que era el equivalente a pagar una entrada hoy en día. Aun así, seguramente fuera un privilegio reservado a tan solo unos pocos invitados especiales, y no para el común de los mortales.  

El retablo del Cordero Místico en la capilla Vijdkapel en 1829, pintura de Pierre-François de Noter

En segundo lugar, los polípticos permanecían cerrados la mayor parte del tiempo. Sospechamos que los paneles solo se abrían los domingos y festivos, y que durante la Cuaresma no se abrían nunca. Conservamos un documento del año 1585 en el que se decide abrir el retablo solo cuatro veces al año. Esta decisión se debía probablemente a que los paneles laterales se habían combado por su propio peso. Si bien es cierto que no lo sabemos con certeza, nos podemos imaginar que ver el retablo abierto era una experiencia realmente excepcional.   

Van Eyck debió de estudiar con vehemencia la incidencia de la luz en determinados tipos de materiales. Y no solo percibía las sutiles diferencias, sino que también era capaz de plasmarlas sobre el lienzo.
Profesor Maximiliaan Martens

Devolver la vista a los ciegos

En tercer lugar, y es ahí donde reside la diferencia fundamental: los ganteses del siglo XV no veían el arte de la misma manera en que lo vemos hoy. No existía la cultura visual tal y como la entendemos actualmente. Obviamente aún no existían las fotos, pero tampoco abundaban los cuadros. Incluso las artes gráficas no surgieron hasta varios decenios más tarde, bajo la forma de libros impresos y grabados sobre estampas sueltas. Las únicas imágenes con las que el público de 1432 estaba familiarizado, eran unos pocos cuadros de la iglesia y algún que otro tapiz en los edificios públicos más importantes. 

Como una revelación: el magnífico brillo del Cordero Místico

Imagínese que se encuentra delante del retablo del Cordero Místico. Los paneles exteriores son impresionantes pero bastante sobrios en términos de diseño y paleta de colores. Entonces el políptico se abre y se despliega todo un magnífico abanico de colores. De repente, puede verlo todo: la celestial Jerusalén, las figuras de Cristo y los santos. Para los medievales, debe de haber sido toda una revelación. Como haber nacido ciego, y de repente poder ver. Quizás sea una comparación un tanto extrema, pero en el mundo del siglo XV, ese era su impacto visual.  

Estoy convencido de que Van Eyck quería profundizar al máximo en la percepción visual para intentar captar la esencia de la creación. El verdadero misterio reside en cómo lo hacía. Es una pregunta que sigue cautivándome, porque me parece algo imposible en la época en la que vivió.
Profesor Maximiliaan Martens

La revolución óptica

Ha ocurrido con numerosas obras maestras a lo largo de la historia: a veces las anécdotas cobran vida propia, guiadas por la fantasía. Piense en la Mona Lisa, por ejemplo. Hay teorías por ahí que dicen que esa mujer en realidad es un hombre… En fin, tonterías. A los expertos nos resulta frustrante ver cómo a menudo se les da más importancia a semejantes teorías descabelladas que a la investigación científica. También el Cordero Místico ha dado pie a todo tipo de anécdotas disparatadas.  

Van Eyck creía que su estilo hiperrealista le acercaría más a Dios

En realidad, todas esas historias nos alejan de la esencia: el estilo de Van Eyck representaba una verdadera revolución. Fue una revolución a nivel técnico, porque perfeccionó la técnica de la pintura al óleo, pero sobre todo lo fue por su visión única sobre la realidad. A través de esa visión, cambió para siempre el curso del arte de la pintura. Su influencia perdura hasta el día de hoy. Van Eyck veía y pintaba la realidad de una manera totalmente innovadora.  

De Visione Dei: cara a cara con Dios

Es cierto que en la época de Van Eyck, los italianos ya eran maestros en el uso de la perspectiva. No era un concepto nuevo. También se había escrito ya mucho sobre la óptica. Durante el siglo XIII, los antiguos escritos árabes de Alhacén habían sido revisados por eruditos británicos, que añadieron una dimensión metafísica a algunos fenómenos físicos como la reflexión y la refracción de la luz. Al fin de los tiempos, seríamos capaces de ver las cosas con claridad absoluta y nos encontraríamos cara a cara con Dios.  

Gotas que salpican en la Fuente de la Vida © Closer to Van Eyck - closertovaneyck.kikirpa.be

Creo firmemente que Van Eyck perseguía ese fin: acercarse a Dios a través de la percepción extrema. Los aspectos teológicos que se esconden detrás de esta idea son complejos, pero fíjate, por ejemplo, en este detalle del Cordero Místico: las gotas que salpican en la fuente. Hace tiempo hice un vídeo que mostraba cómo una gota caía al agua a cámara lenta. Es un juego complejo de círculos concéntricos, una gota redonda que salta y que vuelve a caer por segunda vez. Actualmente necesitamos un iPhone con cámara lenta para captar tal imagen. Van Eyck era capaz de representarla en pintura. 

El misterio continúa

Cuando le muestro a alguien el retablo del Cordero Místico por primera vez, siempre le hago la siguiente pregunta para transmitirle mi amor por esta obra de arte: ¿Cómo, por el amor de Dios, era ese hombre capaz de llevar la percepción a tal extremo? Van Eyck debió de estudiar con vehemencia la incidencia de la luz en determinados tipos de materiales. Y no solo percibía las sutiles diferencias, sino que también era capaz de plasmarlas sobre el lienzo. Muchos lo intentaron, pero solo él consiguió hacerlo con un realismo asombroso.  

La forma en que la luz se refleja en las perlas corresponde exactamente a la incidencia de la luz en la capilla Vijdkapel en un día de verano

La luz que incide en cada una de las miles de perlas representadas en la obra es correcta, incluso el reflejo de las propias perlas en las demás perlas se ha representado a la perfección. Hoy, para hacer lo mismo necesitaríamos simulaciones y modelos informáticos 3D… Estoy convencido de que Van Eyck quería profundizar al máximo en la percepción visual para intentar captar la esencia de la creación. El verdadero misterio reside en cómo lo hacía. Es una pregunta que sigue cautivándome, porque me parece algo imposible en la época en la que vivió. Pero ver es creer.  

Maxi­mi­liaan Mar­tens

Maximiliaan Martens es profesor en Ciencias del Arte en la Universidad de Gante y una autoridad a nivel mundial en todo lo relacionado con Van Eyck. Desde 2010, ha colaborado estrechamente en la restauración del Cordero Místico y en la exposición Van Eyck, una Revolución óptica. La pregunta que ya le fascinaba en su época de estudiante, le sigue cautivando a día de hoy: ¿cómo pueden las nuevas tecnologías y la investigación científica ayudarnos a seguir arrojando nueva luz sobre los antiguos maestros? 

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