Los cuberdones son el dulce gantés por excelencia. Se venden en los puestos de la plaza Groentemarkt y en algunas tiendas de Gante. Las golosinas recibieron el apodo de “neuzekes”, que significa “pequeñas narices” en neerlandés, por su típica forma cónica. ¿A qué saben? A frambuesa, con una capa exterior dura rellena de jarabe.

Los cuberdones fueron inventados por casualidad por un farmacéutico de Gante que experimentaba con diferentes métodos para aumentar el tiempo de conservación de sus medicinas. Vio cómo el jarabe azucarado se cristalizaba en el exterior, y entendió de inmediato el gran potencial de su “descubrimiento”. Hasta el día de hoy, los cuberdones solo se comercializan en Bélgica. ¿A qué se debe? A que el jarabe dentro de las golosinas empieza a cristalizarse al cabo de unas semanas. Por lo tanto tienen un tiempo de conservación limitado y no son aptos para la exportación. Un buen cuberdon debe tener una capa dura fina que estalla nada más pegarle un mordisco, dando lugar a una explosión del dulce jarabe en la boca. O lo odias o te encanta, no hay término medio.