Una cosa que no se puede perder si viene a Bélgica es tomarse unas patatas fritas, que no sólo se sirven en restaurantes sino también en freidurías, o “frietkoten” como las llaman aquí.

Estos establecimientos tienen una larga tradición. Las primeras eran puestos móviles, pero después de la Segunda Guerra Mundial llegaron las freidurías fijas. Se encuentran habitualmente en plazas y calles. Pero, como todo, el mundo de la freiduría también ha evolucionado y ahora los clientes no sólo compran para llevar sino también para comer allí.

Aparte de patatas fritas también ofrecen un gran surtido de tentempiés y salsas. Pese a ser tradicionales, están atentas a los cambios y ahora se tiene en cuenta asimismo a los clientes vegetarianos y veganos.

Quien visite Gante tiene que probar al menos una vez patatas fritas en una freiduría. En Gante se prefieren en gran cantidad y con salsa de estofado y mayonesa.