

En el siglo XV, el hecho de verse cara a cara con Adán y Eva debe de haber sido bastante impactante. Pero no por la razón que se podría pensar. No tenía ninguna connotación sexual. De hecho, en aquella época, la desnudez en sí no suponía ningún problema y no se consideraba especialmente escandalosa. Existe un sinfín de escenas mitológicas de la época, repletas de cuerpos desnudos. ¿Pero la desnudez en un contexto cristiano? Eso ya era otra historia.
El público de 1432 no estaba para nada acostumbrado a ver figuras bíblicas

De carne y hueso
El público de 1432 no estaba para nada acostumbrado a ver figuras bíblicas representadas completamente desnudas. Diez años antes, Masaccio ya había pintado a Adán y Eva desnudos en un fresco de la capilla de la Iglesia de Santa María del Carmine en Florencia (Italia), pero sus figuras son más estilizadas y no parecen tanto personas de carne y hueso. En el Retablo del Cordero Místico podemos verlos a tamaño real y con detalle fotográfico. El realismo y la presencia monumental de las dos figuras son sin duda los aspectos que más sorprendieron al público medieval.

Fíjese también en el pie de Adán, que parece salirse del cuadro. De esta forma, Van Eyck establece un vínculo directo con la perspectiva del espectador. Las demás figuras de los paneles superiores dirigen la mirada hacia delante y permanecen más distantes, pero Adán parece caminar directamente hacia el público. Desde una perspectiva moderna, la sensación que transmitía debe haber sido comparable a la de alguien saliéndose de un marco plano con efecto de realidad virtual. Realmente impresionante.

Adán y Eva 2.0
El impacto de las figuras de Adán y Eva siguió resonando durante los siglos posteriores, pero con el paso del tiempo, la desnudez empezó a convertirse en un tema cada vez más espinoso. En 1781, el emperador José II del Sacro Imperio Romano Germánico visitó la ciudad de Gante. Cuenta la leyenda que se escandalizó tanto al ver los cuerpos desnudos que se retiraron los paneles a raíz de esta visita. Quizás sea tan solo una leyenda, pero lo cierto es que José II fue conocido por sus profundas reformas religiosas. Y también es cierto que en el siglo XVIII, el pudor acerca de la desnudez en contextos religiosos había aumentado considerablemente.

Después, por algún tiempo los paneles de Adán y Eva no fueron tratados con el cuidado que merecían. En 1816 los paneles exteriores del Cordero Místico se vendieron a un comerciante de arte, para terminar en Berlín después de dar algunos rodeos. Sin embargo, los paneles de Adán y Eva no se vendieron con el resto. Permanecieron en la catedral de Gante, escondidos en los archivos. En 1861, el Estado belga los compró por el precio de 50.000 francos belgas para exponerlos en Bruselas.
Las pieles de oso del siglo XIX
Surgió la idea de volver a exponer el retablo del Cordero Místico en su integridad en la Catedral de San Bavón, incluidos los paneles exteriores, pero para ello había que recurrir a copias. Por suerte, en el año 1558, Michel Coxcie ya había realizado una copia íntegra para el rey de España, por lo que su versión podía servir perfectamente para este propósito. Sin embargo, se seguía prefiriendo no exponer los cuerpos desnudos, a pesar de que los originales sí se conservaban en la propia catedral.

El consejo eclesiástico decidió encargar una copia de los paneles con las figuras vestidas a un tal Victor Lagye, profesor de la academia de arte de Gante. Es la infame versión de las pieles: en ella, Adán y Eva llevan pieles de oso como ropa interior. No se volvieron a exponer los originales hasta el año 1920. Hoy nos reímos del pudor de nuestros antepasados, pero ¿ha leído alguna vez la política de Facebook sobre los desnudos? Parece que aun a día de hoy, no nos hemos desvinculado del todo de la herencia del puritanismo victoriano…
Maximiliaan Martens
Maximiliaan Martens es profesor en Ciencias del Arte en la Universidad de Gante y una autoridad a nivel mundial en todo lo relacionado con Van Eyck. Desde 2010, ha colaborado estrechamente en la restauración del Cordero Místico y en la exposición Van Eyck, una Revolución óptica. La pregunta que ya le fascinaba en su época de estudiante, le sigue cautivando a día de hoy: ¿cómo pueden las nuevas tecnologías y la investigación científica ayudarnos a seguir arrojando nueva luz sobre los antiguos maestros?
