El Castillo de los Condes de Flandes es la única fortaleza medieval conservada de Flandes y como tal, constituye una atracción especialmente importante. La portería, la muralla, la torre del homenaje, la residencia del conde y los caballerizas están abiertos al público y se pueden visitar.
Los Condes de Flandes optaron por construir su fortaleza en una duna de arena alta, con orillas cenagosas, enclavada entre los dos brazos del río Lys.
El Conde Balduino I (837-879) ordenó la construcción de la primera fortaleza como defensa contra las invasiones de los vikingos. El castillo fue reforzado y reformado drásticamente en múltiples ocasiones a lo largo de los siglos.
A finales del siglo XIX, el Castillo de los Condes se revalorizó. El Estado belga y la ciudad de Gante compraron el complejo en varias etapas de sus propietarios particulares. Así fueron apareciendo los primeros restos del castillo medieval, y en 1894 comenzó la primera gran restauración. El castillo sigue en proceso de restauración a día de hoy. Desde junio de 2016, dos tercios del castillo se encuentran de nuevo rodeados por el agua.
El acogedor barrio Patershol es conocido por sus múltiples bares y restaurantes.
A finales del siglo XIII se establecieron aquí algunos monjes. Y hacia el final del siglo XV, el barrio fue ocupado principalmente por abogados y magistrados después de que el Consejo de Flandes se estableciera en el Castillo de los Condes de Flandes, situado a proximidad. A ellos les siguieron las clases medias y los artesanos. Se trataba de un barrio acomodado. Sin embargo, esto cambió a principios del siglo XIX, ya que la industrialización trajo consigo a muchos obreros que se instalaron en el Patershol. Muchas de las grandes viviendas fueron demolidas o subdivididas en casas obreras más pequeñas.
Cuando, a finales del siglo XIX, la industria y sus trabajadores se desplazaron hacia la periferia de la ciudad, el barrio Patershol y sus calles estrechas se fueron deteriorando poco a poco hasta convertirse en un barrio pobre o una especie de gueto. A pesar de ello, diferentes generaciones de artistas encontraron ahí un hogar a partir del final del siglo XIX. A principios de los ’80, una serie de inversores privados y la administración comunal lanzaron una iniciativa de restauración, renovación y revalorización turística.
A mano izquierda, verá el museo Casa de Alijn y algo más lejos, justo antes de llegar al puente siguiente, verá a mano derecha el cañón llamado Margarita la Loca. Detrás, se encuentra la plaza Vrijdagmarkt.